viernes, 8 de marzo de 2019

Sin título 9

Bajas la guardia,
civil, real, costera,
fetiche desdibujado por el descrédito,
endeble muro de contención frente a la injerencia
-sinergia estimulada por interacciones sistémicas –;
y lo publicas, cual panegírico, en apología,
en virtud de confianzas
que nunca debieron haber lugar.

Y descubres flancos e intersticios,
ranuras y estrías, por donde penetra el vacío
como se dice que hacen los podencos por sus predios;
ante la evidencia de lo irrenovable del usufructo,
-cual precoz talud sometido a la horizontalidad-
de la fugacidad del rédito
alcanzado en inesperado plusvalor,
mero apero atesorado en el acervo vital.

Sosias estajanovista de su complemento la tristeza,
el vacío, insensible a descargas y alegatos,
nace -mutagénico, carcinógeno, neoplásico,
ionizante de colonias celulares,
invasor de tejidos y segregaciones-
como indigno restaurador
de la inflexible tendencia
que un ingenuo ciclo quiso astillar.

Cuándo desaparecen, desfigurados en su póstuma resaca de frugalidad, los deleites.

Por qué esconde, en su original condición de irrecuperabilidad, su tristeza la felicidad.

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